lunes, 19 de enero de 2015

En Camagüey, un cochero de heces tomar

No se equivoquen, este es un cochero de la UNPACU y tiene su historia, patética y algo hedionda, pero historia al fin. Sigan leyendo…

¿Qué haría usted, estimado lector, si alguien, en franca actitud de irrespeto a las más elementales normas de urbanidad, educación e higiene agrediera violentamente su entorno con excremento humano o animal? Dicho en otras palabras: ¿Qué haría si a cada rato le echaran cubos de mierda en la fachada de su casa y además le agredieran o amenazaran física y verbalmente?

Imagínese ahora que el ejecutor es un individuo con amplio y comprobado historial de delitos comunes, uno de esos que se hacen pasar por el guapo del barrio y que de buenas a primeras afirma que lo hace porque es uno de esos “famosos” disidentes que pertenece a un “partido político” llamado “UNPACU”.




Difícil imaginar qué haría uno mismo en esos casos, aunque supongo que depende bastante del nivel de azúcar, sal o agua en la sangre de cada cual. El caso es que lamentablemente, se tratan de hechos reales acontecidos en uno de los barrios de mi ciudad: Camagüey, y su perpetrador responde al nombre de Yosvani Aróstegui Armenteros, de profesión cochero, porquerizo o cochiquero y (agregaría yo) coprófago.

A la verdad no se me ocurre otro calificativo para alguien que de manera recurrente utiliza su propio excremento y hasta el de su caballo para defender, según él, las ideas de la mercenaria pseudo organización conocida como “Unión Patriótica de Cuba” o UNPACU.

Y no solo me cuestiono el nivel de disfrute alcanzado por dicho individuo durante el manejo con tales “armas” de uso bastante recurrente en andanzas y perretas callejeras, sino también la manera sui géneris de asumir y defender su militancia a gritos… y a pestes.

Sin embargo, en honor a la verdad, ya nada me sorprende, pues según pude investigar, la tal UNPACU estimula y hasta paga billetes olorosos y sonantes por tales comportamientos, aún a riesgo de verse involucrada con las heces fecales de sus integrantes, entre los cuales abundan por cierto, veteranos delincuentes de la más variopinta procedencia.

Entre las últimas víctimas del cochero coprófago sobresale la artista de la plástica Marta Jiménez, la cual vio con asombro como su taller fue blanco de uno de sus ataques, cuando este derramó en sus puertas una gruesa capa de chapapote mezclado con Dios sabe que otra cosa, aunque ya ustedes imaginan ¿verdad?.

Algunos testigos infieren que el objetivo real eran las famosas esculturas conocidas como “Las Chismosas”, también de la autoría de Marta, pero que la presencia constante de visitantes y vecinos al lugar lo hizo cambiar de parecer.

Pero esta vez, a nuestro apestoso miembro de la UNPACU le salió el excremento por donde habría de salírsele, por la culata… ¡y de sorpresa! Así sucedió una mañana del recién estrenado enero de este 2015, cuando la Policía Nacional Revolucionaria, ante las reiteradas quejas de vecinos del barrio, personas extorsionadas o amenazadas por este individuo y víctimas de sus fechorías, fueron testigos de su arresto por los múltiples delitos imputados.

A mí no me crean nada: pero cuentan algunos testigos que el cochero Yosvani hacía en ese preciso instante sus necesidades sólidas más urgentes y que así mismo fue conducido por las autoridades, las cuales precisaron además el concurso de equipamiento especial que incluyó careta antigás, guantes y sustancias descontaminantes a consecuencia del derrame constante e imparable de heces que le aquejó durante todo el camino hasta la unidad policial donde fue conducido y… aislado.

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