Por: Camagueyana indignada
Para cualquier camagüeyano que sienta un poco de amor por su apacible villa, por estos días constituye un orgullo pasear por sus calles adoquinadas que guardan recodos inesperados o por sus plazas de enseñoreado aire colonial.
Es gratificante ver con nuestros propios ojos como de la voluntad colectiva, bajo la dirección política y estatal, se logra ese renovado despertar que emerge del muy bien pensado proyecto “Ciudad 500”, el cual sin importar el costo inversionista va dirigido a alcanzar el bienestar del pueblo y que por sus resultados tanto en lo social como en lo económico muy bien nos regocijan, ocasionan la admiración del turista extranjero y hasta provocan la sana envidia de uno que otro visitante nacional.
Pero, lo que resulta inadmisible es ver como, sin importar las largas jornadas de hombres y mujeres que se empeñan por engrandecer la obra en su querido terruño; unos pocos, que, como bien dice un viejo refrán –ni dan ni dicen donde hay- haciéndose llamar “disidentes” sin ser más que lacayos asalariados, meros lame botas del mejor postor, se empeñan en deslucir el esfuerzo y al amparo de las sombras “afean nuestras fachadas”.
Acaso son sus mentes tan estrechas como para no percatarse que, con o sin su presencia, seguiremos adelante; que su actitud resulta contraproducente e inaceptable. Estos mismos camagüeyanos, los más, no estamos dispuestos a que se nos imponga su fanfarria y de ser preciso no dormiremos en cada barrio o Comité para velar por lo que sí es nuestro.
A esos sin bandera, los invito a reflexionar y sumarse a esta obra en bien de la sociedad y que quieran o no, ya no tiene marcha atrás.
Desde Cali Colombia no hago más que recordar con agradecimiento al acogedor Pueblo de Camagüey; cuanto quisiera darles a conocer por qué el pueblo caleño es como una ciudad cubana: bailamos y cantamos su música, nos encanta el Papá Montero, dramatizamos la poesía de Nicolás Guillén. Además, sus paisajes tienen muchos lugares comunes, en especial cuando se trata de las palmeras; y las hermosas mujeres y el desarrollo académico de la juventud.... tanto, tanto: Un abrazo: Silvio Rebolledo
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